Los expositores y displays en la puerta de un establecimiento pueden tener diferentes misiones, todas ellas muy importantes. Un expositor puede encargarse de mostrar una oferta a los clientes. Es el caso de los restaurantes en los cuales podemos ver las diferentes opciones del plato del día para juzgar, antes de entrar, si nos apetece comer en ese local.
Pero también puede ser un display con folletos para que los posibles clientes que pasan por delante de la tienda sepan qué van a encontrar en el interior. Por ejemplo, una tienda de muebles que tenga en el exterior un expositor con catálogos para que puedan coger quienes pasen por delante de la tienda o incluso los que ya han entrado a ver cosas y quieren llevarse la información a casa.
También hay expositores que son puestos por la marca con un probador del producto. Es algo muy habitual en las casas de perfumes que ponen un expositor con un perfume en la puerta de un comercio para que quienes pasen puedan probarlo. Es algo que tienda a la gente a pararse para ponerse un poco en las muñecas y, de paso, conocer así qué es lo que se les está ofreciendo.
Un buen estímulo para las ventas
Este tipo de expositores son un buen estímulo para las ventas. Consiguen, en primer lugar, que los clientes potenciales se paren para ver qué es lo que se les ofrece. Esto es perfecto en todos los establecimientos pero puede ser todavía más importante en tiendas que tienen muy poco escaparate o que no lo tienen en absoluto por su situación. En estos casos, estos expositores son el escaparate en sí mismo porque permiten mostrar ofertas, promociones o el catálogo de productos a los clientes.
Incluso si hay escaparate, las personas pueden pasar delante y no llamarles la atención, pero al detenerse con el display ya lo van a mirar una segunda vez, fijándose un poco más y tal vez así puedan ver cosas que les inviten a entrar y a realizar una compra.
Por otro lado, permite que las personas se lleven la información a casa, por lo que cuando quieran repasarla podrán hacerlo cómodamente y ver qué les apetece comprar. Cuando se mira un escaparate a veces no se ve todo o simplemente no es posible mostrarlo todo. Y a veces, al ver muchos escaparates es complicado recordar en dónde está aquello que queríamos comprar.
Al llevar el papel con la oferta para casa siempre sabremos dónde encontrar aquello que queremos, lo que no deja de ser el mejor recordatorio. Pero, además, ese catálogo puede ser visto por otros miembros de la familia que podrán opinar o podrán interesarse por algo más de lo que ahí ven.
¿Con personal o sin personal?
Muchas empresas les piden a sus dependientes que en el momento en que no tengan trabajo en el interior del comercio salgan al exterior para repartir publicidad. Pero, ¿funciona este método? Lo cierto es que tiene sus pros y sus contras y va a depender en gran manera de la psicología de la persona que esté realizando el reparto publicitario, que sepa captar el tipo de cliente al que les entrega los papeles para que estos no acaben todos tirados en la siguiente papelera.
Este método puede llegar a cansar a la gente si resulta que se abusa del mismo. Por ejemplo, a nadie le gusta dar un paseo por un centro comercial y que lo paren cuatro o cinco veces para darles publicidad o para ofrecerles un producto.
Incluso es fácil ver como cuando hay alguien repartiendo publicidad en la puerta de un establecimiento, gran parte de la gente cambia de lado y ya no es que no recojan la publicidad, sino que ni tan siquiera van a ver el escaparate.
Por eso, el primer paso es dejar un display en la puerta con la publicidad y las ofertas y ver como funciona, si la gente se acerca a cogerlo y a mirar los catálogos que allí se exponen o si, por el contrario, parece ser invisible.
Si el display es atractivo y también lo es la publicidad que contiene por su imagen y vistosidad, seguramente tendrá éxito y será una forma muy poco agresiva de marketing que no molestará a nadie y que además favorecerá que solo aquellos interesados en lo que pone la publicidad la recojan, evitando gastar en un montón de folletos o de catálogos que, al final, solo van a leer una pequeña parte de quienes los reciben.
Estos son algunos de los usos de los displays en la puerta de los establecimientos, pero puede haber más, como por ejemplo lo que se hace en algunos centros comerciales donde hay puntos en los que los diferentes establecimientos pueden dejar catálogos o propaganda.