Una edición más, la feria Hispack celebrada cada tres años en Barcelona volvió a acoger al sector del envase y embalaje, y dentro de él, al PLV. La crisis económica planeaba sobre expositores día a día y la expectación por ver la respuesta del público estuvo presente en cada stand.
Hispack es una feria larga, de lunes a domingo por lo que si bien es cierto que los primeros días el desánimo era palpable el certamen fue in crescendo y el resultado general fue positivo en general. Como siempre, la profesionalidad del visitantes fue el punto más favorable, volviéndose a constatar la necesidad de acercar el sector a nuevos sectores y no sólo a los tradicionales. Y volvió a faltar más presencia internacional, mal que nos pese, somos una feria únicamente nacional y habrá que trabajar mucho si queremos ser referente europeo.
Novedades escasas. Las que hubo, eso sí, centradas en el aspecto ecológico de sus materiales y personalizaciones. Pero, de nuevo, Hispack volvió a ser el escaparate de todos donde los fabricantes pudimos acercarnos al cliente, testar sus necesidades, respirar nuevos aires y volver a la ardua tarea de la creación en momentos poco propicios para el entusiasmo.